Para el Sr Mercedes el trabajo como cabo de vida culminó con la
aventura al Mar Rojo, después de allí
decidió buscar otro oficio para llevar el pan a su familia.
Como ya sabemos era
autodidacta, le gustaba mucho leer temas de cualquier naturaleza que estuvieran
a su alcance. Mientras estuvo en el extranjero creció su horizonte en cuanto a los
oficios.
En tantas horas en el mar mientras esperaba por el buzo, leía y
escribía en su bitácora o aprendía palabras del idioma árabe, se interesó por temas místicos y comenzó a estudiar los
libros del maestro Joaquín Trincado.
En la India sobre todo, viendo a los
encantadores de serpientes y actos de magia callejera, aprendió varios trucos
con los cuales deleitaba a sus hijos, vecinos y amigos que lo visitaban para
escuchar de sus labios lo ocurrido en el Mar Rojo.
Se acercaba hasta la Plaza
Mariño de El Valle, en épocas de fiesta de la Virgen, y hacia sus trucos: abría
una especie de atril rojo brillante
donde colocaba una gran botella de cristal la cual cubría en la parte de arriba
con terciopelo negro adornado con collares dorador y plateados y piedras de
colores brillantes que trajo de la
India, que en su interior contenía unos muñequitos con estos nombres:
Teodorito, Dorila y Panchito, éstos obedecían
sus ordenes y ofrecía a los interesados “sacar” un papelito con el signo
zodiacal y “decirle” la suerte.
Allá, en África, también tuvo que trabajar como
cocinero de a bordo, le encantaba esta actividad, aprendió y practicó muchísimas recetas que preparaba
para sus compañeros con el sabor de su patria chica, y por eso comenzó un curso por correspondencia sobre la
técnica de enlatar pescado cuando ya se encontraba en Margarita. Pensó que aquí
esta actividad podía tener futuro, así que se preparó para ejercer este nuevo
oficio; técnico enlatador de conservas de pescado.
Con mucha paciencia leyó y practicó
los procedimientos descritos, el curso venía acompañado por un laboratorio y
comenzó su nuevo trabajo. Conoció al Sr Pardo, quien era empresario y se dio a conocer como técnico de
enlatados. Entre los dos armaron la fábrica de conservas.
Su oficio allí
consistía en seleccionar lo mejor que los pescadores trajeran hasta el muelle
de la fábrica, se descartaban peces muy pequeños o no aptos para el consumo
humano, luego las mujeres recogían en sus enormes maras los elegidos y procedían
a lavar cuidadosamente el alimento para luego pasarlo a la cocina donde
Mercedes daba las instrucciones necesarias a los ayudantes para desmenuzar el
pescado, colocarlo en las grandes ollas, se sancochaban hasta un punto
específico que él controlaba, para que durante el procedimiento en el auto
clave no se dañara la calidad del producto, luego se dejaba en reposo por unas
horas, se tomaban la cantidad de latas necesarias, se esterilizaban
conjuntamente con las tapas, para esto los ayudantes debían ser sumamente cuidadosos y luego se
colocaban todas las latas en un gran mesón de madera donde se iban llenando con
el producto cocido, se le colocaban las tapas y se procedía a llevarlas a las
cerradoras manuales, donde otro grupo de personas las apilaba para ser llevadas al autoclave o retorta, se
sometían a una temperatura estimada durante casi toda la noche, luego se dejaba enfriar y al
sacarlas se seleccionaban, aquellas latas de conserva abolladas o infladas eran
descartadas, de allí se llevaban a las cajas dispuestas y se etiquetaban con el
logo de la fábrica o compañía.
Extraordinaria este pedacito de Historia de Vida !!!
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