CUENTOS ORALES MARGARITEÑOS. Recopilación de Flor Patiño de V.

Para narrar un cuento y que te pongan atención debes poseer mucha motivación y ser entusiasta de lo que narras, vivirlo de manera histriónica y especial para que la audiencia se entusiasme con la narración. En mi infancia mi tia Maria Margarita nos narraba muchos cuentos que a su vez sus padres le contaban cuando era niña por allá por los años finales de los veinte y comienzos de los treinta. Aqui les traigo dos cuento narrados por la misma María Margarita, quien cuenta con 79 años de edad pero que continúa muy lúcida al narra hechos pasados que hoy recojo. En el video 1 nos cuenta "EL CONEJITO QUE TENIA LA CASITA DE PALMA", y en el segundo nos narra "LA BODA DEL COMPAI CONEJO".

da cick en este enlace para poder disfrutar de la narración


* pido disculpas a los visitantes por el error en el link anterior que ya he arreglado, ahora si puedes ver y escuchar la narración oral.
                        


MI TIO VICTOR Y EL PUENTE SUCRE. POR FLOR PATIÑO DE V.

El puente Sucre. En Porlamar existe este puente antiguo, construido de concreto y revestido con conchas de perlas. Este puente comunicaba a Porlamar con Los Robles y Pampatar. Por ser muy angosto fue sustituido por un puente de guerra conocido como Puente Táchira que une la avenida 4 de Mayo con Porlamar, según el Catáologo de Patrimonio Cultural dedicado al Municipio Mariño. Bueno, el caso es que este famoso puente era el paso obligado de los habitantes por allá inicios del siglo XX. Y a muchas personas, les daba algunas ideas el puente. Una de éstas era referido a mi tío Víctor, hermano de mi abuela, nacido en la cuidad marinera, joven entusiasta y parrandero.  Recuerdo que cuando pequeña, mi abuela recibía la visita de su hermana Nerita, la cual le traía muchas noticias, ya que ella no salía de la casa.
 El caso es que se sentaban en el sofá, a eso de las 4 de la tarde y, comenzaban su tertulia.
 Me llamaba la atención su conversación porque, hablaban en tan baja voz, que no alcanzaba a oír lo que se contaban. Esto me daba mayor curiosidad pues nadie las interrumpía mientras conversaban.
 Ellas se sentaban en la sala y, un día jugando detrás de la ventana, logré escuchar el motivo de su amena conversación.
Discutían sobre su hermano menor Víctor, quien se había ido por esos mundos de Dios a hacer su vida. El caso era que habían pasado unos 60 años y ellas recordaban lo que, el pícaro Tío Víctor, hacía en sus andadas, cosa muy mal vista en la Porlamar de los años 20 cuando eran jóvenes
Ocurrió que un día,según lo que escuché, el tío Víctor se "encompinchó"con unos amigos de juerga del centro, y se fueron a celebrar una fiesta debajo del puente Sucre, ni más ni menos, allí, citaron a unas muchachas muy alegres de los lados de "maíz tibio", un sector popular donde existía una casa de citas conocida como "El Palomar" y armaron tremendo festín en ese sitio que comunicaba el centro de Porlamar con los terrenos del Táchira margariteño. Contaba la hermana de mi abuela Nerita: -
-¡Gio,-así llamaba a mi abuela-, es que ese Víctor hacía unas cosas, mira que ir a hacer fiesta bajo el puente Sucre! 
-una vergüenza, y que dijeran los vecinos que era el hijo de Matilde Salazar el que alborotaba a esas muchachas de maíz tibio..! y además que llegara la policía y le acabara el baile!!!
-No y después no tanto, venirlo a contar como un chiste! que si bailaban con un acordeón, que si formaron el alboroto...! -Ay Nera mijita, -decía mi abuela-, hombre es hombre,además las tenía impresionadas con esa pinta de patiquín y esas mujeres les vendían arepas y ellos se la agarraban fiá..!! _ mira pues tremendo pago!!!-
Yo escuchaba sin hacer ruido, no fuera que me vieran y dieran "cocotazos" por escuchar las conversaciones de los mayores.
Ellas vieron que se acercaba alguien y bajaron más el tono de voz. 
Hoy,he pasado cerca del famosos puente Sucre, y me vino a la memoria este cuento del tío Víctor.¿Cómo hicieron una fiesta debajo de este puente?. Tomé la foto y me quedé imaginando como sería esa famosa fiesta de buena con las "muchachas" de "maí tibio"!!!A la luz de alguna vela o lampara de carburo..! Un traguito de "Chinguirito" para ti y un traguito de ron para mí!!! Que alegre y parrandero era el tío Víctor en su juventud..!!!

EL CUARTO DEL "MEDIO". POR FLOR PATIÑO DE V.

mi abuela María Cantalicia
Este es un relato dedicado a la memoria de mi abuela María Cantalicia.

La casa de mis abuelos era encantadora. 
Estaba ubicada en el centro de Porlamar. 
Era una construcción de principios del siglo XX, hecha de adobes de arcilla y techo de tejas rojas,con muchos árboles en el patio, en la cual criaron a sus hijos y, luego a sus nietos, hasta que decidieron mudarse al otro extremo de la ciudad de Porlamar, cada familia en su nueva casa.
La casa era amplia, con un gran corredor donde había pilares que sostenían el techo de baras de caña brava y tejas, desde los cuales se guindaban los chinchorros y hamacas en las noches.
La casa poseía varias habitaciones o cuartos, que casi siempre eran utilizados para todo, menos para dormir, por el calor reinante en la zona. Cada quien tenía su cuarto y, el de mi abuela María Cantalicia quedaba justo en medio. 
Este cuarto poseía un aura de misterio, pues era sumamente oscuro, el que iba a buscar algo allí se hacia acompañar por un familiar, y se prestaba para jugar a las escondidas, era el sueño de todo niño pues nadie lo vería si entraba y se escondía entre "todas" las cosas allí guardadas.
 El cuarto del medio, tenía un cúmulo de cosas apiladas adquiridas con los años, había una cama desarmada colocada contra la pared, perchas dobles de vestidos, largos y cortos,de todos colores, abrigos y sobretodos traídos por mi abuelo de Europa, maletas, maletas y más maletas,con ropa de cama,escaparates llenos de novelas románticas de Corín Tellado y otros autores, algunos tambores llenos de zapatillas, que era el deleite a la hora de disfrazarnos para jugar, carteras o "carrieles", como decía mi abuela, de todos los colores y tamaños, se notaba que vivían muchas mujeres allí, pero, ...el encanto principal de este cuarto del medio, era un gran baúl de madera, el cual se encontraba apoyado contra un rincón, siempre cerrado y la curiosidad de los que entraban era:
 ¿qué habría guardado adentro?..todos nos preguntábamos eso, mi abuela guardaba la llave muy celosamente y, si por casualidad alguien lo abría, el condenado baúl "cantaba" con un tintineo de campanas al pasarle la llave,que alertaba a mi abuela en el acto. 
Pero este cuarto famoso también tenía su historia de fantasmas, y he allí la razón por la cual  dejó de utilizarlo para dormir, pues, a media noche, "sonaban" monedas al caer en el piso y "halaban" por los pies haciéndole cosquillas a quien estuviera durmiendo.
 Cuando alguno de nosotros, sus nietos, se enfermaba, iban al cuarto del medio, abrían el baúl y OOH sorpresa! dentro había un aparatito parecido a un binocular, por el cual al ponerle varios discos se podían observar figuras y escenas de películas en tercera dimensión, lo que hoy se llama "vewmaster"o algo así, que era toda una novedad, así el enfermo se curaba más rápido claro!, también guardaba...libros,libros y más libros del maestro Trincado, que eran de mi abuelo Mercedes, con alguna que otra prenda.
 Una semana Santa, nos fuimos de paseo al conuco y, al regresar, todo había sido saqueado por los amigos de lo ajeno,éstos acabaron con el encanto del cuarto del medio, ...pasó el tiempo y heredé el baúl, me fascina oir sus campanitas cuando se abre con la llave y, me trae todo este remolino de emociones que hoy comparto con uds.
Todavía la casa está allí pero fue remodelada interiormente y, mi sobrino dice, que ya no se oyen ruidos. Los fantasmas se mudaron a otra parte por culpa de los ladrones.

EL CHIVITO DEL CONUCO. POR FLOR PATIÑO DE V.

María Margarita tuvo una infancia apacible y hermosa, con sus hermanos y hermanas, iba hasta la fábrica de Pardo, frente a la bahía de Bella Vista a llevar la comida a su papá. Pero, para poder llegar allí,debía pasar por un gran arenal que unía la parte de ese sector con Guaraguao, para luego enfilar  hasta el centro, cerca de la plaza Bolívar y  hasta la calle Guilarte, detrás del colegio de las monjas de Porlamar, donde quedaba su hogar.Por supuesto debían andar a pie, como decía mi abuela, a mediodía en punto.
Cada día debía ir con su hermana Fina a llevar el alimento. Ocurrió que un día, luego de hacer el recorrido diario, venían muy alegres por el arenal, jugando a quien llegaba primero hasta un árbol de uva de playa que era la única sombra del camino.
En veloz carrera, Fina más ágil, se adelantó y se escondió detrás de unos arbustos de retamas, esperando para asustar a María cuando pasara, como un juego, ya que sabía que ésta era muy asustadiza. 
Al verse sola en el sendero, la niña María comenzó a llorar llamando a su hermana, pero ésta no le contestó. Al lado del camino, había una cerca hecha de cardones para evitar que los chivos del corral se salieran hasta el arenal, al oír el llanto de la niña, un chivito corrió hasta la cerca sin que ésta lo viera.
Cuando la pequeña lloraba, el chivito le contestaba corriendo por detrás de la cerca de cardón, cosa que asustó muchisimo a María, quien corrió veloz al ver que el chivito se había salido al sendero de arena.
El animalito creyó que la niña era su mamá y cuando ésta lloraba más alto, casi histérica, el animalito la seguía trotando detrás. Fina, cansada ya de la espera, resolvió salir a ver que había pasado con su hermana y vio a María corriendo histéricamente con el chivito atrás. 
Resolvió terminar con la situación antes que le diera una crisis nerviosa a la hermana y tomó al chivito por los cachos, tratando de aguantarlo mientras María corría adelante para dejar al chivito. Al soltarlo, por supuesto , el chivito continuó detrás, mientras María tomaba arena para tirarle al animal para que las dejara tranquilas, pero en vano, éste continuaba detrás de la niña porque no dejaba de llorar. 
Fina entonces la regañó y le pidió que dejara de llorar para que el chivito no las siguiera, pero ésta no hizo caso, así que Fina tomó al chivito en pesos y como un luchador de estilo libre, lo lanzó al otro lado de la cerca de cardón, para que no pudiera salirse y se quedara con su manada.
 Así fue como el chivito se quedó en el conuco y cada vez que pasaban por ahí, María pasaba en silencio y en puntillas,casi invisible para que el chivito no la persiguiera más. 
Colorin colorado este cuento ha terminado.

UNA AVENTURA EN EL MUELLE DE PARDO EN PORLAMAR. POR FLOR PATIÑO DE V.

Playa de Bella Vista
A todos nos gusta ir de paseo a la playa, más si vivimos en una isla tropical, donde podemos escoger 
entre muchas opciones: playas con oleaje fuerte, con oleaje suave, de arena fina muy blanca, con caracoles y arena gruesa, soñamos con esa playa tantas veces.


Por aquel tiempo, no había otra diversión para los  jóvenes del viejo Porlamar que ir a la playa y quedarse todo el día jugando, tanto dentro del agua como fuera.

 Era la década de los años cuarenta, y en una familia, mayormente de mujeres, ir de paseo a la orilla del mar era lo máximo. 

Desde la noche anterior, preparaban los trajes de baño, piezas únicas, hechas por la abuela que era una costurera experta. Estos trajes eran de muchos modelos: drapeados, con falditas plisadas, con pantaloncitos para cubrir las piernas, de colores llamativos.

 María, Marietta, Fina, Evangelia, y sus primas, prepararon desde unos días antes la salida para El Morro, específicamente al muelle, cerca de la fábrica del Sr Pardo ubicada en Bella Vista, por lo cual este era conocido como el muelle de Pardo.

 Les gustaba lanzarse de cabeza desde allí y hacer competencias unas con otras.
María Margarita Alfonzo M.
 Ese día María, siempre temerosa, al llegar a la orilla del muelle y observar que habían tripas de tiburones, desechados de la fábrica, flotando cerca, no quiso participar en la aventura de lanzarse al agua. 

Las demás muchachas, corrieron a cambiarse, se lanzaron y comenzaron a meterle miedo con las entrañas del tiburón.

 La llamaron para que entrara al agua pero en vano, siempre miedosa no quiso ni mojarse los pies sentada desde el muelle.Fina se cansó de gritarle para que entrara al agua y las demás también, por lo cual se fueron nadando hasta un bote que se encontraba cerca. Desde allí volvieron a llamarla para que se uniera a la diversión.

-¡Vente mujer que esas tripas no hacen nada!- le dijeron.
-¡NO!, ¡Yo no quiero tener esas bichas cerca!, gritó la joven desde la punta del muelle.

 María, ni siquiera quiso cambiarse de ropa, se dejó su vestido acampanado de rayas de colores,decidió marcharse hasta las palmeras de la orilla del mar, pero antes, se subió sobre una tabla suelta del muelle, colocándose las manos sobre los ojos para mirarlas y decirles que se marchaba hasta la ranchería de la fábrica, en ese instante el Sr. Pardo caminó por el muelle buscando a unos trabajadores y pisó la tabla suelta, en cuyo extremo estaba parada la muchacha, quien salió disparada, como en un trampolín hasta el agua. Cuando sintió que volaba por los aires con gran impulso gritó y gritó.
-¡¡¡AYYYYYYYYYYY!- exclamó con gran terror, y aterrizó precisamente, sobre los restos que tanto miedo le daban.

Desde el bote, las chicas vieron como su amiga volaba como un tapa sol de colores y caía al mar, como en cámara lenta. Al verse sobre los restos del tiburón, dio un espeluznante grito de pavor,que se escuchó en toda la playa y comenzó a patear dentro del agua para alejarse.
 Todas se rieron a grandes carcajajadas en un ataque de risa colectiva incontrolable, mientras María lloraba enredada con las tripas del pez.

 El sr. Pardo, muy apenado, fue a ayudarla a salir del mar. Allí emergió, toda mojada y ajada,como un pequeño ratón mojado,hasta los brazos de su papá, quien corrió desde la fábrica cuando la vio volar y gritar hasta el agua.

Desde ese día María no quiso acercarse al muelle, pero me contó esta aventura.

 Por eso, cuando pises una tabla de un muelle, mira bien y no esté suelta, no vaya a ser que te pase lo de María Margarita.
 Colorín, colorado este cuento se ha acabado.

EL APRENDIZ DE MAGO. Por Flor M Patiño de V.

En los años 60, cuando se celebraba la fiesta del Valle, como decían en mi casa, mi abuelo Mercedes preparaba un espectáculo de "magia" con un gran número de cosas que había aprendido, casi treinta años atrás, en sus viajes a la India, entre África y Asia..
Ir a la India y no entusiasmarse con los encantadores de serpientes y magos callejeros es como no haber ido. 
Así que, por aquel tiempo, del año 1.935, de su viaje al Mar Rojo, tras una estadía de varios días en algunas ciudades hindúes, adquirió un juego muy especial de "sacar" la suerte a las personas, que transportó con mucho cuidado. OOHH! una cosa asombrosa..!Año a año lo limpiaba y atesoraba con cariño.
Este juego constaba de un atril, pintado en un color rojo brillante, en cuyo centro colocaba un gran frasco transparente, contentivo de tres muñequitos, hechos de caucho, a los cuales colocó el nombre de Teodorito, Dorila y Panchito. Y, uds se preguntarán ¡dónde estaba la magia?, ta tannn...! he allí donde estaba "la magia", pues dichos muñequitos, acataban las ordenes que mi abuelo les daba para sacar el signo zodiacal al gusto del cliente.
El abuelo le decía: - ¡Sube Panchito y tráele el signo a la dama!, y el muñequito identificado como Panchito subía, o para hacerlo más interesante, le daba ordenes a Panchito de no subir, sino que lo hiciera Teodorito, y por supuesto que éste nombrado era el que subía, por lo cual la gente quedaba boquiabierta ante el espectáculo.
Cuando niña, me entusiasmaba saber ¿cómo hacía para que el muñequito que uno quería sacara el papelito fuera y extrajera de su caja dicho signo?. Todavía hoy no lo sé..., Bueno, dicho frasco era recubierto con una tela de terciopelo negro del cual, como un gran turbante hindú, al cual colocaba muchos collares y cuentas de colores que lo hacían aún mas llamativo,coloocaba los papelitos con los diferentes signos del zodíaco.Los ojos curiosos de los más pequeños volaban atendiendo la "magia" que ocurría allí mismo.
 Me acuerdo que mi hermano Reinaldo, el mayor de todos, le acompañaba hasta la plaza del Valle, y allí ayudaba a instalar el pequeño y extraño tarantìn de colores.
 Por supuesto, esta atracción entusiasmaba a muchas personas: hombres, mujeres, niños, todos querían que los muñequitos le dijeran su "suerte", y más, cuando algunos, querían saber cual era el "truco" para hacer subir y bajar a los muñequitos que querías, no el que dijera mi abuelo, el cual complacía a todo el mundo con sus ocurrencias.
Durante horas, algunas personas se estacionaban frente al tarantín de feria, para adivinar cómo hacía el abuelo para manejar a los "pescaditos" del frasco...

El tiempo ha pasado, pero los gratos recuerdos sobre mi abuelo perduran. Hace unos días, mi tía sacò los muñequitos y el frasco de vidrio para enseñárselo a las nuevas generaciones, pero, lamentablemente nadie de la casa aprendió el truco de "hacerlos mover a voluntad", sin embargo están guardados con mucho cariño por lo que representan para nosotros. 

SER GUAIQUERÍ. Relato por Flor Patiño de Velásquez

Tuve la dicha de nacer en esta isla maravillosa llamada Margarita.

 Desde muy joven, escuchaba a mis abuelos y a mi mamá decir que eramos descendientes de la etnia guaiquerí, porque sus antepasados habían nacido en la Cruz Grande, en Palguarime, en El Poblado sitio donde tenía su asiento  dicha etnia. Y recuerdo que ellos enumeraban las características físicas que cada niño o niña, que nacía en la familia, heredaba de ese antepasado: pelo liso negro, piel canela,gusto por los colores alegres: rojo, azul, verde, naranja, amarillo, predisposición al canto o improvisación de temas folclóricos, y muchos otros rasgos que nos hacían vivir con el orgullo de ser Guaiquerí.
Entre todas las etnias venezolanas, la guaiquerí fue mas amistosa y, opuso menor resistencia a la colonización, por eso fueron declarados vasallos libres. 
Ellos (mis abuelos) decían que, no todos los nacidos aquí, eran descendientes de los antiguos pobladores indígenas margariteños, pero que, con el tiempo siguió el sincretismo cultural y, digamos así, racial, se fue perdiendo la raza.
 Sin embargo,según los adelantes científicos en ADN mitocondrial, se puede determinar si eres indígena o no.
 Estando en una reunión de interculturalidad, llegó hasta mi, la información que, a través de la detección de un gen, conocido como el Gen Diego,o más bien el antígeno Diego, podemos saber si en verdad somos perteneciente a la etnia Guaiquerí, o cualquier otra, ya que, la mayoría de las etnias o familias indígenas de América, comparten ese gen particular, genéticamente hablando. Aquí les dejo este enlace por si quieren ahondar en la investigación sobre el particular:ucb.edu.bo . Bueno, comprueben o no este dato, la verdad es que somos GUAIQUERÍS por todos lados.
Los habitantes de estos pueblos o caseríos, hasta hace poco tiempo tenían una casa Comunal donde se llevaba un control, sobre todo de las tierras de origen, heredadas de dicha familia indígena, a la cual algunas familias, censadas por la Comunidad de Indígenas, tenían derechos de parcelar.
Ser Guaiquerí significa estar arraigados a las tradiciones familiares, culturales, religiosas que se van extendiendo a todos los pobladores actuales. Entre ellas tenemos el culto a la Virgen del Valle, cuya réplica de la imagen veneran en la iglesia de El Poblado e, igualmente, se tiene un día especial, donde los descendientes de los guaiqueríes celebran cada 9 de septiembre y, van en procesión, hasta el santuario del Valle con un gran estandarte a rendir culto a esa imagen tan antigua.
Desde el punto de vista cultural y musical, se comparten diversiones,galerones, rimas y prosas, cantos a la naturaleza y un sin fin de temas que asoman por todos lados el rasgo guaiquerí.

CONOCE A MARGARITA LA ISLA EN EL CARIBE

Hola, hoy quiero hacerles una invitación especial a visitar nuestra isla de Margarita, en el caribe venezolano Disfruta de su música, costum...